Presidencialismo imperial desangra a México
Jorge Hidalgo Lugo
MORELIA, Mich., 17 de marzo de 2021.-Se acortan los tiempos y se alejan las posibilidades para poner freno a los abusos del poder que se ejerce desde la presidencia imperial que hoy prevalece en México.
De poco valen las muestras de creciente inconformidad social que surgen por todos los rincones del país, si no hay un elemento que cohesione y haga suya la voz de protesta ante los pasos agigantados con que se busca imponer un Estado autocrático, absolutista y de persecución total contra quienes disienten. Sometimiento de jueces y auditores por caprichos tiránicos, incluidos.
Ejemplos hay todos los días, a todas horas. Ese malestar social que ahora debiera ser utilizado contra quien hasta hace no mucho tiempo, fue feroz opositor al régimen y basó en su actitud contestataria, el poder omnímodo que obtuvo y hoy ejerce, no alcanza a ser orientado.
En un país donde la democracia como la hemos conocido hasta estos tiempos, prende de alfileres, los opositores al régimen ya no se vislumbran en los partidos políticos tradicionales. Se equivocan de manera rotunda actores y liderazgos que siguen sin saber leer los tiempos actuales y actuar en consecuencia.
Distan escasos dos meses y medio para que se lleven a cabo las elecciones y es momento que aún los aliados no atinan a explicar a la opinión pública, el sentido real de esa amalgama partidista que para muchos aún se considera anti natura y es fuertemente cuestionada por el adversario poderoso y soberbio que pisotea leyes y utiliza recursos públicos, programas sociales y hasta las vacunas, con fines electoreros.
Lanzan candidaturas para los gobiernos estatales que se renovarán en junio de este año, se aplauden los acuerdos que han alcanzado y los apremios que deben pasar por la inconformidad de sus militantes o seguidores que, acostumbrados a la traición o vender su fidelidad partidista, encuentran pretexto para ir a ofrecer sus servicios con el que consideran los va a ayudar a vivir pegados a la ubre presupuestal, como aconteció hasta antes de la llegada de Morena al poder.
Mercaderes del voto que creen serán beneficiados con posiciones y recursos a manos llenas, sin detenerse a observar que no es el esquema y mucho menos, la tendencia que desde Palacio Nacional se ha dado. No se ve ni en el círculo cercano de floreros y mascotas, que haya “bonanza” y “manos libres” a quienes han traicionado sus orígenes priistas, panistas o perredistas. Salvo casos excepcionales.
Están ahí, tienen chamba, pero no dejan de ser ni dejarán de serlo, simples comparsas de quien ejerce con beneplácito y placer patológico, una tiranía nunca antes vista en la historia reciente del México que hoy conocemos.
Con miles de millones de pesos, al rancio estilo del PRI hegemónico, Morena avanza en la elección de Estado que ha preparado para no sólo mantener mayoría en el Congreso de la Unión, sino además, aniquilar para siempre a esos mosquitos molestos en que han convertido los opositores “moralmente derrotados” que pretenden hacer contrapeso, pero no encuentran hasta ahora, el eje discursivo, la propuesta que convenza y demuestre la viabilidad por la que decidieron convertirse en esa ensalada ideológica que hoy parece no tener ni pies, mucho menos cabeza.
Perdidos en sus esquemas tradicionalistas, trasnochados, de mira miope y hasta abusivos como en Michoacán donde el PAN se despachó con la cuchara grande colocando en candidaturas a esposas, amigas y protegidas de los cuadros directivos domésticos y nacionales, parecen estar convencidos en su aritmética de sumar votos duros y resultados obtenidos en el pasado mediato e inmediato, para engañarse que con eso es suficiente y detener el aparto de Estado que funcionado y es lubricado desde Palacio Nacional.
Y si la ausencia de liderazgos nacionales son evidentes, en lo estatal es patético por igual que sean precisamente los dirigentes locales quienes encabecen listados plurinominales, dejando a la deriva lo que pueda suceder en los comicios teniendo ya en la bolsa la curul congresista con que van a ser premiados por su anodina tarea.
Así pasa en Michoacán. Así se observa en las demás partes del país y no es que Morena tenga perfiles imbatibles o que sean dechado de virtudes, como el impresentable Félix Salgado Macedonio en Guerrero. No.
Lo que sucede es que hasta el momento los aliados siguen pensando que serán sus huestes partidistas, sus militantes, sus bases, sus votos duros, los que saldrán en tropel a depositar el voto a su favor y ni así les va a alcanzar.
Para vencer a Morena y su aparato de Estado, es necesario e insalvable, convencer a los apáticos, a los indecisos, a los que tienen miedo, están muertos de pánico por los abusos de poder, persecución política, que se ejercen desde el presidencialismo imperial. Millones de mexicanos que no encuentran eco, ni son vistos por esos “candidatos” que creen es suficiente salir publicados con el humilde campesino, la comerciante en el mercado popular o los jóvenes en la competencia deportiva.
Urge que la mezcolanza partidista articule una propuesta real, tangible y demuestre convicción cierta para cerrar el paso a la tiranía y lograr que salgan a hacerlo a su favor, esas grandes franjas de votantes que en todas las encuestas, serias, respetables, aparecen en el margen derecho como “No Contestó” o “Indecisos” porque es ahí donde se encuentra el punto de quiebre.
No desperdiciar el tiempo en la “operación cicatriz” que ponen con altos costos políticos quienes se sienten relegados en las decisiones que hoy, para bien o para mal, ya se tienen definidas.
A Morena, sólo le podrán ganar la elección de Estado que fragua si la votación es tumultuosa y los apáticos, los sin partido, los no militantes, son convencidos que ésta es la última llamada democrática que suena en México y actúan en consecuencia.
Pero hasta ahora, lo que menos hay en la ensalada partidista es interés en articular un discurso serio, tangible, que exhiba los pobres resultados de los gobiernos de Morena y contrastar con la realidad el desastre de país que en dos años y meses ya tenemos, para desgracia de todos incluyendo la clase política que hoy se cree dueña absoluta de un México que desangrado, aún está en pie y debe resurgir.
Vale…